El Nobel Gabriel García Márquez consideraba a su novela “El Amor en los Tiempos del Cólera” como su “ópera prima”. Interesante, pues la mayoría de nosotros consideraríamos “Cien Años de Soledad”, sin embargo la combinación de los dos títulos, y porque no de la trama circular y el realismo mágico, nos muestra cosas realmente escalofriantes que vivimos hoy: una pandemia, meses que ya se convirtieron en más de un año, la soledad y por supuesto el amor parecieran amalgamarse de manera simbiótica en lo que hoy obsesiona a la humanidad y lo hará durante un tiempo más.
Como en todo evento trágico de relevancia, ya ha cambiado el comportamiento y la estructura social y lo seguirá haciendo a medida en que avancemos en este camino que pareciera no tener ni plazo ni fin.
…aún no podemos vislumbrar las lecciones finales que nos dejará el momento “cuando se acabe esto” y se empiecen a hacer exigibles miles de millones de encuentros, viajes y besos.
Si volvemos a García Márquez y su obra, la historia también concluye con un final paradójicamente inconcluso, infinito quizás. Dos amantes ancianos, en un barco que navegaba las aguas del Río Magdalena deciden vivir si amor en privado y fuera de los juicios de la sociedad. Declaran el barco en una cuarentena perenne y auto impuesta que les permita, literalmente, amantes eternos en un barco en cuarentena, sin importar lo que ose afuera y sin siquiera considerar el puerto de regreso.
De vuelta a la realidad, de todas las tragedias que he tenido que vivir o presenciar en cerca de medio siglo de vida esta es la primera que pareciera no tener tiempo, ni plazo, ni fin. Una historia que empezó, pero que quizás se diluya de tal manera en el comportamiento humano y en los cambios al mismo que resulte que no nos demos cuenta cuando en realidad pasó, y si se acabó o estaremos sometidos a una zozobra permanente de antisépticos, paños limpiadores y a sonreír con los ojos.
En efecto, aún no podemos vislumbrar las lecciones finales que nos dejará el momento “cuando se acabe esto” y se empiecen a hacer exigibles miles de millones de encuentros, viajes y besos. Está claro que lo que se empezó a denominar “el nuevo normal” en algún punto poco tendrá de nuevo y menos de normal.
Si bien es claro que las lecciones “finales” están aún por construirse, hay algunos aprendizajes que pueden ser ya considerados como tales y de los cuales ya han habido cambios claros en el discurrir social, empresarial e individual.
NO CREAMOS, PERO AVANZAMOS
En un foro de discusión reciente con varios expertos, Pierre-Henri Blancher, quien ha dedicado los últimos años al estudio del futuro del trabajo, dijo una frase que me pareció fulminante: “El 2020 no creó nada nuevo pero aceleró todo”.
Blancher resume los últimos 14 meses de manera muy precisa: la adopción digital tuvo en algunos sectores crecimientos compuestos de más del 50%, distinguió claramente a las empresas que estaban preparadas para una operación remota y virtual de aquellas que no, movió cultura (y hasta legislaciones a través del trabajo flexible) y reforzó modelos e industrias que no estaban en el panorama.
Si revisamos la curva natural se adopción digital, en el 2020 se ganó lo que se hubiera hecho en 5.2 años. Y además, tuvo la ventaja de acelerar a todos, con impactos diferentes, hacia un mundo que se antojaba más lejano.
LA RE-EVALUACION DE LAS OCUPACIONES
He dicho y escrito antes que la gran dificultad de la revolución digital consiste en la imposibilidad d crear aquellos trazos y características profundas del ser humano, las no replicables.
La compasión, la empatía, la ternura , la solidaridad, la conexión emocional, son características puramente humanas cuya replicabilidad ha resultado inviable.
Hoy, aceleramos nuestra visión hacia los verdaderos trabajos del futuro, muchos de los cuales están relacionados con el cuidado. Estamos en un momento en el que los gobiernos, las instituciones y los sistemas de previsión han fallado. Un momento en que salimos a buscar doctores, especialistas sanitarios, gurús de la meditación, pensadores progresivos… alguien a quien realmente le parezca informar por lo que estamos pasando.
Estos son los nuevos héroes, los “cuidadores” o “guardianes”, aquellos en quienes depositamos la salvación de nuestra vida mortal mientras los científicos desarrollan tratamientos y vacunas y los gobiernos se tornan excepcionalmente ineptos para que las mismas lleguen a las personas.
Nos hemos vuelto escépticos de los números, hartos de las proyecciones estadísticas, de los picos y no picos, de los cálculos actuariales y de todos los que a diario informan el futuro de una manera que pareciera más confiable la lectura del tarot.
La sociedad ahora piensa en los héroes que están en la línea de batalla, la infantería quizás, que se encargan de sanar y consolar nuestros cuerpos sin las herramientas suficientes con la esperanza que se acabe esta pesadilla eterna.
El cuidado, dado por las personas a las personas, es un nuevo valor apreciado de intercambio. Nada digital, nada artificial, nada automatizado. Gente que pone su vida en riesgo a diario para prestar servicios esenciales para que los demás podamos medianamente operar. Madres y padres que ahora son además educadores de hijos, hijas y sobrinos que tienen ahora el deber también de cuidar a los mayores.
La gran demanda a los gobiernos y empresas ya no son trenes, puertos, puentes, aeropuertos o dividendos. La expectativa es simplemente que cuiden aquello que les es esencial y sin lo cual no podrían existir: las personas.
El cuidado, dado por las personas a las personas, es un nuevo valor apreciado de intercambio. Nada digital, nada artificial, nada automatizado.
Cambió nuestra concepción de héroes, nos concentramos en roles y ocupaciones que dábamos por hecho y que ahora necesitamos más que nunca.
LAS NUEVAS DEPENDENCIAS
De un momento a otro, terminamos dependiendo de personas que ni siquiera conocemos. Encerrados en casa, la esperanza es que los demás hagan lo mismo y que nos cuidemos todos, que se cumplan las normas básicas que nos ha dictado la supervivencia.
Y no, vemos en el mundo bi dimensional de las pantallas que son nuestra ventana al mundo, que los gobernantes promueven marchas, que los opositores se concentran y que en sótanos obscuros se hacen fiestas multitudinarias bajo la premisa de que si hay que morir por lo menos gocemos antes.
Nuestra salud y nuestra seguridad, siendo una responsabilidad propia, depende de personas que no conocemos, en el mundo entero.
Es un punto de vista bien interesante paga ver el comportamiento del humanismo refloreciendo de manera colectiva. Nos preocupan contagiados que no conocemos sino en cifras acumuladas, y hacemos duelo por personas cuyo nombre no sabemos; pero nos damos cuenta que la mancha cada día es más cercana y que ya toca a los más queridos.
Nuestra salud y nuestra seguridad, siendo una responsabilidad propia, depende de personas que no conocemos, en el mundo entero. Ya no contamos con gobiernos ni con milagros, y empezamos a exigir cuidado al vecino, al colega o la persona irresponsable que cree que el cubre bocas lo puede usar de protector de cuello. Hoy más que nunca, se ha desdibujado lo institucional y dependemos más los unos y los otros.
HEMOS DERRUMBADO BARRERAS RESPECTO DE LA INCLUSION
Para mí una de las más impactantes consecuencias de esta tragedia, es que se nos han olvidado las etiquetas.
Los reportes, en todo el mundo se refieren a personas. Con alguna escasa frecuencia se hace la división binaria entre hombres y mujeres, pero se habla de manera genérica: de la humanidad.
Hay algo curioso del lenguaje inclusivo pues puedes hablar de ricos, ricas y rices pero cuando hablas de pobres la palabra no permite distinción de género
— por algo será…
No decimos contagiados, contagiadas u contagiades, no contamos muertos y muertas (muertes si), ni recuperados, recuperadas y recuperades .
Hemos eliminado la etiquetas y hemos retomado el trazo común de la humanidad genérica. No hay reportes separados por etnia, expresión sexual, religión, estado civil, religión, ricos y pobres. (Hay algo curioso del lenguaje inclusivo pues puedes hablar de ricos, ricas y rices pero cuando hablas de pobres la palabra no permite distinción de género — por algo será).
Hablamos de humanos, cuerpos corazones y almas — sin fronteras ni silos. La humanidad se regresó a contar gente y camas, y nos regresamos a esa práctica tan natural y justa de cuidar a nuestros mayores.
Vemos una diferencia fundamental, histórica sin duda, con el VIH y otras pandemias que, lejos de inclusivas, han resultado dramáticamente discriminatorias. Tenemos hoy la mirada en los enfermos y vulnerables. Hemos entendido que todos estamos en riesgo, por el solo hecho de estar vivos.
EL RETORNO A LA GENTE
Quiero resaltar lo que creo es impacto que más me ha impactado como profesional en materias de Capital Humano. Por muchos años, nos hemos preocupado por el TALENTO, poniendo a las personas en las posiciones correctas, encontrando la experiencia adecuada en el mercado, el desarrollo de nuevas capacidades y, por que no, prácticas de arquitectura de oficinas alrededor de puertas, espacios más grandes que correspondían al nivel jerárquico.
Por un momento, quizás. Ahora nos enfocamos en las PERSONAS. Nos hemos olvidado de los niveles, del tipo de empleados, de los roles y nos hemos tornado al cuidado de la salud y el bienestar, físico y emocional – de manera genérica y sin barreras. Nos hemos tornado al cuidado de los empleados que cuidan la línea de frente – en ocasiones con menores salarios – y otras actividades que son las que logran la marcha y supervivencia del negocio.
Confiamos en que nuestros equipos de limpieza hagan uhn trabajo meticuloso, de guardias para asegurar la seguridad de los edificios. Pensamos en premios y bonos para los que se deben ir as trabajar y no tienen el privilegio de la salvaguarda pero que permiten que sigamos operando. Hemos valorado y recompensado la resilencia e inclusive hasta la valentía,
Un cambio importante también ha ocurrido en la manera cómo evaluamos a los líderes en estas épocas. Después de años desarrollando oportunidades y puntos ciegos, confiamos ahora en las fortalezas. Las decisiones se toman con base en aquello para lo cual las personas son buenas, contamos con la aptitud, experiencia y empatía: buscamos los “soldados” que han ganado batallas más que preparar gente para desafíos futuros.
De una manera maravillosa, hemos pasado a tener CENTRICIDAD en el EMPLEADO para poder ser generar un adecuada EXPERIENCIA del CLIENTE y no al revés. Estamos en presencia de una evolución a lo que hace algún tiempo denominé ECcentricHR – centricidad en el empleado y en el cliente, en ese orden que resulta ser el natural.
LA NUEVA CULTURA ORGANIZACIONAL
Los mitos y paradigmas de la cultura organizacional han evolucionado completamente. El lugar de trabajo siempre ha sido parte de la propuesta de valor o elemento fundamental de la cultura – nos movemos hace un complemento donde los espacios de diálogo no se limitan a los salones y corredores.
Ya los esquemas de cultura basados en comunicación organizacional con la intervención de espacios físicos y virtuales coexistiendo y creando rituales diferentes, menos conductuales y más orientadas al propósito. La presencialidad no define la cultura, lo hace la colectividad y la interacción y el paso de un proceso uni direccional a una democratización del comportamiento y mayor colaboración.
ALGUNAS IDEAS FINALES
No, no somos Florentino Ariza y Fermina Daza atorados en un barco de vida circular y de encierro que describe García Márquez. Llegaremos a un puerto y regresaremos a algunas cosas de las que añoramos.
..sin pensarlo, me contestó de manera firme “la próxima pandemia ya llegó y es la locura”
Será sin duda diferente, lo que vivimos en el 2019 será distinto, y lo que será la guía será una mezcla entre lo que sabíamos y lo que aprendimos.
Pregunté a alguien recientemente cuál sería la siguiente pandemia y cómo la vamos a manejar. Sin pensarlo, me contestó de manera firme “la próxima pandemia ya llegó y es la locura». No pude sino recordar, una vez más, al creador del realismo mágico.
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Este ensayo fue originalmente publicado en inglés, en abril de 2020. La versión original se ha ajustado ligeramente.